Todos cuando llegamos a cierta edad contamos con un determinado historial amoroso. Hemos vivido experiencias que nos habrán marcado y nos hayan hecho cambiar y otros casos que digamos que ya no los recordamos aunque en realidad sean que sí pero es que en caso de hacerlo, nos traerán a la mente momentos incómodos con demasiadas connotaciones negativas. Es más fácil evitarlo que hablar de ello.
Pero es que si por un momento nos pusiéramos a pensar… ¿cuántas personas han pasado por nuestra vida? O lo que es peor, ¿cuántas personas se han llevado algo de nosotros? Con cada persona con la que hemos estado le hemos dado una parte que ya no hemos podido recuperar. Algo que le habrá valido para cambiar, para transformar, para saber que es lo que quiere o no quiere. De la misma manera que nos habrá pasado a nosotros. Yo he llegado hasta aquí por las personas que me he ido encontrando. Mi forma de entender el amor ha ido evolucionando a lo largo de los años. Ese amor intenso, pasional y desinteresado de los inicios nada ha tenido que ver con lo que después ha ido viniendo. Son los hombres los que te van modelando poco a poco y por lo que una va cambiando, a veces, no sé si por complacer o por evitar que algo se rompiera. El caso es que puedo afirmar que muchas veces he actuado de una manera de la que ahora, si pudiera cambiar lo haría en el sentido de que creo, que en el amor hacen falta determinadas bases para que la cosa funcione o más bien para que siga estando presente.
Ya no creo en el amor incondicional, en ese amor que no hace daño, en el que cura, en el que reconforta. Creo que el amor son momentos de felicidad donde dos personas que pueden ser compatibles comparten experiencias de afinidad. Porque si nos ponemos a pensar, ¿qué es lo que hace que alguien te atraiga? ¿El físico, la simpatía, el humor? Creo más bien que cuando uno llega a una edad lo que importa es el interior, lo que esa persona te demuestra y que en las relaciones siempre existe uno que quiere más que otro y renuncia. Siempre he sido de aquellas chicas que me fijaba en la parte exterior, todo superficialidad, como por ejemplo en los ojos. Me encantaban los ojos claros, esos ojos que te miraban y parecía que te traspasaban, hasta que un día me dejaron de encantar… Sentía mayor predilección por chicos más altos por simplemente, la seguridad que parecían irradiar hasta que un día me fijé en alguien de mi misma altura. ¿Y por qué esos cambios? Porque lo de fuera con el tiempo no vale de nada, porque el interior es lo que tiene importancia. Y esto es algo de lo que te vas dando cuenta según avanzas. Que la caratula exterior no tiene que ir en consonancia con lo que uno lleva dentro.
Creo, realmente, que hoy existe muy pocos hombres que dediquen tiempo de calidad y que se embarquen en eso que se llama compromiso, en algo que implica constancia y seguridad emocional. Algo totalmente imprescindible para que las cosas duren. Estamos sumidos en una sociedad en la que, al igual que todo cambia, también lo hacen las relaciones personales. Donde estamos más acostumbrados a cambiar algo por otro producto que a arreglar aquello que ya tenemos. Estamos inmersos en ser modernos y probar de todo porque los demás lo hacen. Vivimos acorde a la imagen, a veces, de pareja ideal y nos sorprendemos cuando nos dicen que esa pareja ya no existe… y es que quizá, no era tan ideal como hacían ver. Estamos acostumbrados a que las personas más cercanas cambien de pareja cada cierto tiempo porque ya se cansaron de ellos.
No sé… creo que la concepción del amor como tal ha ido evolucionando hacia la satisfacción personal y que hay que ser muy valiente para enfocar una relación saliendo de todo lo que ahora llamamos convencional. La sociedad va cambiando y los años que voy cumpliendo me hacen ver las cosas de otra manera con respecto a algunos temas. No sé si se tratará porque la edad hace que tenga otra percepción o porque al convertirme en madre, he cambiado con respecto a ver de un modo determinado algunas cosas. De una forma u otra, el amor, al final, es cosa de dos, o en algunos casos de más integrantes debido a la modernidad de hoy en día, pero siempre nos hace cambiar queramos o no, aunque no nos demos cuenta, haya habido dolor o no, de por medio.