miércoles, 10 de agosto de 2016

Son las fechas las que te hacen pensar más...

Va pasando el tiempo y algunas personas se van quedando en el recuerdo… Un recuerdo al principio está cargado de imágenes en la mente pero que según va avanzando el tiempo se difuminan. Al principio, podemos describir perfectamente cómo era una persona, sus imperfecciones en la cara o la forma de sus manos pero con el paso de los años, eso ya no es posible o al menos yo no soy capaz de recordarlo. Intento hacerlo pero no puedo…

No ha pasado tanto tiempo. Vuelvo a ver alguna foto o video y es entonces, cuando una parte olvidada de mi vida vuelve a la luz a través de esa chispa que se ha encendido y que permanecía en algún lugar de mi complejo cerebro.

Recuerdos… Sólo recuerdos… La vida sigue, continua. No se para por nadie ni para nadie. La vida es dura para algunos e incluso lo ha sido más, cuando son otros los que cuentan la vida tal y cómo ha sido en realidad. Dicen que cuando alguien desaparece del mundo terrenal, algo se queda. Quizá sólo se quede ese algo en algunos pocos… Y es que yo me sigo acordando de ella, aunque no lo diga. Aunque no  lo hable con asiduidad porque a medida que voy añadiendo años a mi vida me gustaría haber heredado esa fortaleza de la que tiempo después sabía que existía. Todos somos fuertes, eso dicen… pero ella lo era más. 

A veces me pongo a pensar y lo cierto, es que desde que ella ya no está nada ha vuelto a ser lo mismo. Existen personas que son los nexos de unión para que otros nos podamos reunir e incluso, a veces las celebraciones son las excusas perfectas para compartir momentos familiares. Pero cuando esas personas desaparecen ya no queda nada que celebrar ni que compartir.

No recuerdo con detalle aquella casa por dentro de Esquivias… No lo recuerdo… Pero sí que recuerdo aquel patio maravilloso donde yo jugaba de pequeña. No recuerdo la casa de San Cristobal pero sí que recuerdo aquel canario que piaba y cuando dormía yo me preguntaba a mi misma cómo no podía caerse estando apoyado sólo es una pata.

No recuerdo su cara con nitidez pero sí que recuerdo la ausencia de canas y un pelo negro natural impresionante que no sería algo inusual sino fuera porque ella era ya mayor. Mayor, y cuando uno es mayor la vida se acaba… Así, de repente… Y lo que quedan  para los  que nos quedamos son sólo recuerdos.  

Los más nítidos son los últimos, y de esos no quiero acordarme porque son los más feos. Las últimas imágenes se nos graban, los últimos momentos de vida y esos instante de una  tierra cayendo encima de un féretro frío pero cargado de emociones a su alrededor.

Será otro año que pase, será otro recuerdo  de la fecha de su muerte, será  otro día… Un día de Agosto que pasará pero que yo recordaré con más intensidad, la recordaré a ella. Recordaré todas esas cosas que sabía que me hubiera gustado alcanzar… Y hoy, no está aquí para decirla que lo conseguí. Hoy no… No está. Ni tampoco me está viendo desde ningún sitio porque la que creo en Dios soy yo. La que ha recibido educación cristiana… La que cuando era pequeña y me dijeron que mi abuelo murió me lo hicieron saber diciéndome que se había ido de aquí para subir al cielo… Pero sea como sea… Hoy ella, no está aquí.

Y sin querer, las fechas puntuales te hacen pensar más o revivir el momento, y es por eso por lo que quiero acordarme en estos días un poco más de ella porque el vacío que ha dejado y su ausencia resulta palpable en mi corazón y aunque a día de hoy, evite mostrar determinada sensibilidad porque no todo el mundo está preparado para lidiar y entender las emociones,  a veces hace falta recordar… 

A veces hace falta hablar de aquellos que ya no están a pesar de que algunas imágenes se vayan esfumando en el largo camino de la vida…