miércoles, 27 de noviembre de 2013

El tiempo que se acerca...

Es con el paso del tiempo cuando podemos valorar o quizá, recordar aquellos momentos del pasado con determinadas personas que, por circunstancias de la vida, no se volverán a repetir. Es con el paso de los años cuando uno es consciente de la realidad que ha vivido, de lo que ha experimentado y mejor aún, de la emoción interior que esos instantes le hicieron sentir. Es con el paso de los días cuando uno entiende, comprende y asimila que las vivencias del pasado y las personas que lo rodearon van cambiando, van evolucionando y van sucediendo experiencias que hacen que ya nadie sea el que fue
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Se acerca la Navidad, los momentos familiares y los buenos propósitos. Se acerca un tiempo en el que antes todo era de otra manera. Se acerca una fecha donde sólo puedo hablar de “incertidumbre”. Una palabra que refleja mi sentimiento interior, una palabra que años atrás no era así. Hablo de melancolía, de añoranza y aún peor, de ilusión. Una ilusión que todavía queda en mí, una ilusión que hace que desee que algún día las cosas puedan volver a ser lo que eran. Una ilusión por reencontrarme en esos días con personas que llevan mi misma sangre y que, no sé por qué razón tan fuerte o más bien quiero creer que no la sé,  deciden mantenerse en su postura de compartir momentos con otras personas, que quizá el día de mañana, sí que necesiten.

No se trata de fachada, no se trata de apariencia. Se trata de reconocer que todavía queda en mí una ilusión por volver a ser lo que un día fuimos en la familia. Se hablará y se comentará… Será motivo de discordia y también de buenos deseos, pero sé que sólo se quedará ahí.

Creo sinceramente, que soy de las pocas personas que aún tiene un poco de ilusión por compartir y dejar a un lado los rencores y el pasado. Por desgracia me dejo llevar por una maldita sensibilidad que por mucho que he intentado cambiar nunca he logrado. Una sensibilidad que me pierde y que me hace seguir creyendo en personas y matizo, que de la familia. Una sensibilidad que hace también que me calle, observe y sólo me atreva a hablar cuando realmente lo creo necesario. Una sensibilidad que por desgracia, hace que me decepcione rápidamente ante esas ilusiones infundadas sobre mis deseos familiares.

No sé si las personas cambian… No sé tan siquiera si algún día podremos volver a ser lo que éramos. Pero el caso es que yo sigo siendo la misma. No he cambiado. No he opinado. Me he limitado a observar, a tragar y a sufrir ante hechos que eran injustos pero me he mantenido al margen aún teniendo gran información en mi poder.

Sé que mi deseo es absurdo tal y como están las cosas… Sé que estoy hablando de una auténtica utopía. Sé que no podremos volver a juntarnos todos porque existe una brecha demasiado profunda pero aún así, en mí queda el cariño, los recuerdos y un pasado en el que todo era mucho más fácil entre todos nosotros. Un pasado que ya apenas recuerdo, un pasado que por muy ilusa que sea, espero que pueda volverse a repetir para, por un momento, sentir el calor y la cercanía familiar que tanto añoro y que desde hace ya tiempo, no tengo.

Pero tras esto, vuelvo a la realidad, vuelvo a poner los pies en la tierra y dejar a un lado esa sensibilidad que es la que me hace hablar. Tras esto, me centro en adivinar que es probable que las navidades las pasemos juntos pero no revueltos. Es probable que insista a mi madre para pasar las navidades con esas personas a las que llevo en el corazón y todo porque aunque me cueste decirlo, es inevitable afirmar que les quiero. Esas personas que me han visto crecer y que, aunque yo a veces me deje llevar por el dolor y la rabia, son las que más necesito en estas fechas.

Sea como sea, lo cierto es que sé que sólo estoy hablando de sentimientos que son observados bajo un prisma distinto al de los demás, es decir, bajo una visión sincera y llena de humildad.  Sólo el tiempo que se acerca será conocedor de si la realidad de este año será como la de ya hace algún tiempo… Ojalá todo fuera más fácil… Ojalá fuera más fuerte…