viernes, 31 de diciembre de 2010

La vida ya me empuja...

Hoy se acaba el año... Hoy es el final de otro año más... Un año lleno de circunstancias. Un año lleno de alegrías, de penas, de momentos inolvidables y de recuerdos que se alejan y acaban en el olvido. Un año que a fin de cuentas espero que no se repita y que se quede en el pasado como otros más.
Últimamente no he tenido demasiado tiempo para escribir pero hoy, 31 de diciembre, me he decidido a hacerlo como culminación de alejar todas las cosas malas que me han ocurrido. Es cierto, que también he vivido muchos buenos momentos y eso siempre los recordaré porque en ese momento me sentía feliz... Y por ello y como manera de desahogo resumiré mi largo año con diversos momentos y personas...

Comenzaba el año 2010, un nuevo año en el que todo era negativo... Las navidades habían sido horribles porque el aura de una enfermedad estaba presente en mi círculo más cercano. La tesina del postgrado la había parado porque no me sentía con fuerzas para seguir con ella. La situación debido a esa aura infernal era muy tensa y desesperante. Poco a poco el mes de Enero fue avanzando... sólo le pedía a Dios que me trajera lo que yo más quería y era que alejara esa maldita enfermedad y parece que así lo hizo... Y por eso, todo fue mejorando y avanzando en el tiempo. Yo seguía con mis ancianos en la residencia de San Martín de la Vega. Tan feliz y querida como desde el mes de Septiembre del año 2009 que fue cuando comencé. Allí vi muchas cosas... tanta muerte... tantas personas que ya no estaban... tantas tragedias... pero eso sí, siempre rodeada de personas que me aportaban más y más y que sin querer, me estaban haciendo más humana y sobre todo humilde. Lo cierto es que hubo un antes y un después en mi ser, gracias a esa residencia y a su gente. Tal fue mi experiencia que me decidí a realizar un curso de Auxiliar de Geriatría para, en un futuro, poder dedicarme a ello, independientemente de estar estudiando. Y así hice... fueron pasando los meses y mientras estudiaba e iba a la residencia de ancianos, comencé el curso de Auxiliar los sábados por la mañana. En principio iban a ser 7 meses, pero lo acabé a los 4 meses y medio. El curso lo comencé en Abril, pero días antes llegó mi cumpleaños, y como es habitual, lo celebré con las personas más importantes en mi vida. En ese momento hubo personas que lo eran todo para mí y que lamento, debido a las circunstancias estuvieran ahí... Cumplía 26 años y mentiría sino dijera que ya se me hacían demasiados y que me veía ya más adulta debido a la edad, pero lo cierto es que yo seguía siendo la misma independientemente de la edad.

Poco a poco, seguí con mi tesina y se me hizo un tanto dura porque no la llevaba demasiado bien, por lo que preferí acabarla para septiembre en vez de hacerlo para julio.
Pasaron los meses y llegando al mes de junio, mi prima y su entonces novio, se casaron. Lo recuerdo como un día fantástico y lleno de emoción. Aún recuerdo a mi prima entrando a la iglesia y sobre todo en el último baile... Recuerdo que cuando bailaban ellos dos, yo estaba sentada encima de las piernas de cierta persona y sin querer, sin apenas pensarlo me emocioné y mis ojos se llenaron de lágrimas porque envidiaba lo que estaba viendo... Les veía tan enamorados y yo me sentía tan desdichada... Eso era amor y no lo que yo creía que tenía a mi lado por aquel entonces... Aún lo recuerdo y me sigo emocionando. Llegó julio y agosto... Decidí seguir con mis clases de Inglés en verano porque era cuando más tiempo tenía... Meses antes de llegar al mes de agosto, la tensión entre mi pareja y yo, eran evidente... Todo eran problemas a su alrededor, problemas que no entendía y a los que tampoco era capaz de hacer frente... Problemas que estaban ahí de manera evidente y que le fueron desgastando a él y a mí... Hasta tal punto que me fue dejando de querer y no fue capaz de decírmelo antes de hacer lo que hizo. Llego el mes de agosto y ahí se produjo mi total declive... Llegó mi vacío existencial, donde me sentía tan sola, que no quería seguir con la tesina. Me sentía tan despreciada, tan repudiada y sobre todo tan decepcionada... No entendía nada y no paraba de buscar explicaciones y hubiera hecho lo que hubiera estado en mi mano por la persona a la que tanto quería y con la que había compartido tantos momentos... De ahí pasé al desconocimiento y a la apatía con el sexo masculino. No quise saber nada de nadie que tuviera que ver con ellos. Me negaba y más que nada porque si una persona que decía quererme me echó de su vida tal y como lo hizo, ¿qué podía esperarme de alguien a quien pudiera conocer?

Pero me armé de fuerza y de valor y decidí seguir para adelante, echando también de mi vida a personas que me dañaban mentalmente y así hice, sé que no era lo apropiado pero iban a acabar destrozándome si me hablaban de él y lo que es peor... recordándome su presencia a él, cosa que además, a día de hoy siguen haciendo a través de las redes sociales a través de imágenes que me hacen sentir dolor en ese preciso instante, así que hice lo correcto. Decidí actuar y recuperar todo aquello que merecía de verdad la pena. No sabía que ocurriría, pero actué y fui hacia esa amiga que tanto necesitaba y que me correspondió como nunca hubiera hecho. Una amiga que siempre lo fue y que siempre lo será. Una amiga a la que la debo mucho más de lo que ella se pueda pensar porque ha sido la base y es el pilar de mi recuperación. Esa chica que me brindó su ayuda en forma de galleta y que a día de hoy tanta falta me hace. A partir de aquí todo cambió y me ayudó y me empujó a sacar lo que tenía enterrado desde hace años. Logró devolverme a la vida y fue enseñándome a cómo quererme a mí misma. Después, gracias a mi madre, aprobé el proyecto y fue la culminación de lo más grande para mí... el final de una etapa con un final feliz. Había acabado mi postgrado de Psicología y por aquel entonces empezaba una nueva época.
A mi lado, estaba una amiga de la universidad que también me ayudó mucho y que es curioso como hasta que no acabamos el postgrado no mostramos nuestro interior de verdad y fue después de dos años, cuando nos dimos la mano la una a la otra. Incluso otra amiga a la que había dado ya por perdida debido a las circunstancias del mes de agosto, habló conmigo y quiso poner las cosas en su sitio, aún teniendo mucho que ver su novio... Todo fue poniéndose en su sitio... Todo fue mejorando... Aparecieron personas masculinas a mi alrededor y en este tiempo, yo no he querido saber nada de chicos por la razón de que no eran los adecuados para mí y que para estar con alguien tienes que sentir ese algo especial que hace que el corazón se te desate con tan sólo pensar en él... y eso todavía no lo he sentido...

Hoy, 31 de diciembre, me veo aquí escribiendo tras un año complejo y con grandes sobresaltos personales, pero con los estudios acabados a la espera de realizar mis prácticas de Auxiliar de Geriatría los fines de semana debido a que estoy trabajando entre semana... Y también, retractándome de muchas de las cosas que dije en entradas anteriores porque lo cierto es que soy incapaz de odiar... creí que podía odiar a alguien pero no puedo porque no sé cómo se hace... Y al ser este mi espacio personal, tengo la plena libertad de decir todo aquello que creo que sea considerable de resaltar y haciendo saber a ciertas personas que este año se acaba y con ello sus malos momentos y que espero que pueda seguir tirando de mí misma para ver un futuro más esperanzador al lado de una persona que de verdad me quiera y que todavía no ha llegado... al lado de mis amigos y amigas que siempre me hacen sacar lo mejor de mi misma... al lado de mi familia que me hace sentir feliz... al lado de un buen entorno que me haga sentir paz... y sobre todo, al lado de la felicidad y de su mantenimiento... Eso es lo poco que pido al 2011... Sólo felicidad...