miércoles, 15 de mayo de 2013

Haciendo lo que debo...


Hace ya tiempo que no escribo por aquí… Quizá sea que según las épocas tenga más o menos ganas de plasmar algo a través de mis palabras. Muchas veces, no se tratan más que de pensamientos, ideas u opiniones, sólo eso. También es curioso comprobar cómo las diversas personas de mi entorno se meten aquí para leerme… No sé si será cuestión de curiosidad, de interés o de simple cotilleo. Pero resulta interesante como algunas de esas mismas personas que me leen tienen blogs que ni por asomo, creo, que pudieran imaginar que yo también me dedico a leerlos.  Pero de una forma u otra, las palabras causan repercusión en los demás, ya sean escritas o habladas.  Y hoy quiero hacer mención al poder de la palabra… a la importancia que tiene en cada una de nuestras vidas.

Hace tiempo que hablaba con una mujer, más mayor que yo, eso sí… Una mujer cuyas palabras no debieran importarme pero ante la que me callé porque no creo que se esforzara en escucharme. Unas palabras que días después resonaban en mi cabeza. Unas palabras que no eran justas… No lo eran… Pero me resigné a asentir con la cabeza, a darla la razón y a, simplemente, evadirme mientras me hablaba. Lecciones de moral me intentaba dar pero está claro que, hay veces, que los pequeños, deben obedecer a los grandes, a la autoridad… Palabras que días después analicé… repasé una y otra vez y esas palabras me hicieron dudar en ese momento de la decisión que tomé hace ya tiempo con respecto a algo… Y no es que me cueste nada seguir con la decisión tomada sino que, aparecen personas que por el hecho de tener más poder, no se dan cuenta que sus palabras y las formas de decir las cosas, pueden crear brechas si se encuentran impedimentos en el camino. Hay personas que no se dan cuenta de los cargos que ostentan o de la repercusión que las maneras y las formas pueden tener en otros. Hay veces, que existen personas que por ocupar un cargo, tratan como números a un cúmulo de borregos que creen tener bajo sus pies. Y el paso de los años, quizá, en ese mismo puesto es lo que hace…es lo que genera. Y me gustaría poder ser más clara, pero no es el momento de serlo… Es el momento de intentar esquivar dichas palabras que por quien debieran ser, tendrían que resbalarme. Palabras que, a veces,  se olvidan, vuelven o resuenan… Pero al fin y al cabo son palabras. Unas mismas palabras que forman frases, que leídas en un libro a través de una historia o una novela, hay veces que me hacen hasta llorar. El poder de la palabra… Y quien tiene la capacidad de hablar también debería tener la capacidad de escuchar pero lo cierto, es que hoy en día, son pocas, aunque quedan algunas, las personas que cuentan con dicho don.

Hay veces, que nos acordamos de una frase, de una palabra, a pesar de que pase el tiempo. La interpretación de las frases puede a veces impactar, puede repercutir en alguien y me da rabia, mucha rabia, que haya personas que por estar donde están ejerzan un poder y no se limiten tan solo a hacer su trabajo. Me fastidia, a veces, la falta de humanidad que percibo en personas que están por encima y que olvidan el propósito de su cargo, de su objetivo. Se supone que en esta vida, hay veces que hay que aplastar para subir. Hay veces que se debe hacer la zancadilla al de al lado para así progresar y en ese camino se va perdiendo la inocencia y la pulcritud de los valores más humanos. Valores que según el puesto deberían estar patentes en todo momento… Valores que bajo mi opinión se dedicaron a vender a través de un sueldo.

Pero a pesar de las zancadillas que me encuentro en uno de los caminos por el que he decidido apostar y en el que encuentro obstáculos, seguiré… Porque he dado mi palabra. Quizá, más adelante, pasado el tiempo, lo pueda contar como anécdota, como algo gracioso… Porque realmente, me resulta un tanto surrealista… Aquella conversación, aquellas palabras y aquellas lecciones de moral…