miércoles, 25 de diciembre de 2013

Despidiendo el año.

El tiempo pasa… El año está a punto de acabar y con él todos los momentos vividos a lo largo de estos doce meses. Instantes y acontecimientos que me han servido, por un lado, para conocerme más a mí misma, y por otro, para crecer personalmente. Pero de un modo u otro, no ha sido de los mejores porque han sucedido muchas cosas que, de seguir siendo como era, las hubiera contado por aquí, las hubiera compartido. Pero con el tiempo, una se va haciendo más cerrada y más callada. No es que no confíe tanto en las personas que me rodean o quizá, sí. No lo sé. Sólo sé que con el tiempo se van perdiendo personas y que, incluso sin querer, eso va sucediendo. Pero del mismo modo, que unas personas desaparecen, otras van viniendo.

Este año he tenido pérdidas… Personas que se han alejado de mi lado y otras, de cuyo lado me he alejado yo. Hace casi un año comenzaba en casa de una amiga en el barrio del Pilar. Allí nos reunimos unos cuantos para celebrar la Nochevieja. Bebida, alcohol, partidas de Wii y reencuentros inesperados.  
No digo que no estuviera cómoda, lo estaba pero no esperaba estar en el mismo espacio con alguien que fue tan importante para mí. Alguien que en su día me devolvió la vida, alguien que de no ser por ella, no sé qué hubiera sido de mí pero todo cambia y los caminos se separan. Ella estuvo ahí cuando tenía que estar y me brindó su mano, su apoyo y hasta su corazón pero las cosas que se tienen en común se van haciendo cada vez más distantes y eso hace que sin querer, aparezca el distanciamiento.

Del mismo modo, tuve la fortaleza de iniciar este año tomando otras decisiones que me costaron bastante. Separarme de mi mejor amigo. Alguien en quien he confiado ciegamente, alguien con quien debido a las circunstancias era imposible seguir así. Lo pensé, medité y reflexioné. Y tomé la decisión de apartarme. 
Bien es cierto, que en circunstancias extremas y cuando no he podido más con respecto a determinados temas he recurrido a él y aunque ya no fuera tampoco lo mismo, ahí estaba y sé que seguirá estando aún en la distancia.

De la misma manera, se produjo una separación también con otras personas que me hacían sonreír cada día y las que también me brindaron la oportunidad de conocerlas a través de otra amistad en común. 
Personas con las que, quizá, debido a la diferencia de edad y en las circunstancias en las que me encontraba cuando ya estuvo pasado un poco el año, hicieron que me desvinculara de una manera excesiva. 
Quizá, la culpa fuera mía… No lo sé, pero nadie es perfecto.  Ni yo, ni ellos.

He tenido que tomar ciertas decisiones  y no esperar a que otras circunstancias de más peso me hicieran cambiar. No quiero hablar de los malos momentos que he pasado, no quiero hablar de las lágrimas que he derramado, no quiero ni por un segundo dedicar nada de tiempo a personas que no se lo merecen y que me lo han hecho pasar realmente mal. Pero si algo bueno he sacado de esa experiencia ha sido encontrarme con una gran amiga. Una persona que día tras día me ha ido demostrando que vale la pena luchar y que ha dedicado tiempo en conocerme de verdad. 
A veces, pensé que me dejaría de lado o que seguiría a la corriente pero acostumbrada a no esperar demasiado de los demás, me hizo confiar en ella y lo cierto, es que también me ha permitido conocer a otra persona que forma, ahora mismo, parte de mi vida.

Me he llevado muchas decepciones con seres queridos… Con familiares para ser concreta aunque ya no sé si tan siquiera llamarles de ese modo porque para ellos yo no lo soy.  He dado mil oportunidades a personas de mi misma sangre aún viendo como otros derramaban lágrimas. He visto que el rencor sigue estando ahí, que la envidia y la rabia no cesan. Que la mentira se hace presente día tras día y que la falsedad y la hipocresía son los valores de algunos de aquellos con los que comparto sangre. Y eso ha hecho que las relaciones familiares se fueran disgregando, aún más si cabe. 
He llegado a un punto en el que no me fío de nadie porque estoy viendo tantas cosas… Cosas que vienen de atrás y que mentiría si no digo que me desconciertan porque he puesto la mano en el fuego por personas que después me han dejado en evidencia. Personas que creí que no actuarían tal y como lo están haciendo… Personas que han decidido alejarse  y que son capaces de vivir a escasas paradas de metro y tener la osadía de llamarse cristianos cuando no son capaces de predicar con el ejemplo puesto que en su escala de valores no entra más que la palabra egoísmo. 
Y he de decir que me han defraudado… Porque yo aún tenía esperanzas.

Me he sorprendido ante pérdidas físicas de personas que ya no estarán entre nosotros… De mi abuela que falleció en verano y que hará que todo cambie con respecto a la familia paterna, de Julio Fernández, ese gran profesor que tantísimo me enseñó y que para mí fue más que un referente cuando me llevó el proyecto. También el monitor del gimnasio, Fer, el cual es recordado todos los días en ese mismo gimnasio donde trabajó con una foto en la pared. Muertes que uno no espera y que te hacen reconsiderar la vida de una forma distinta. Te hace pensar en todo lo que te estás perdiendo y te dan un empujón para vivir todo de manera más intensa.

He tenido encuentros realmente desagradables con amistades y otros calificativos en los que no voy a entrar, con miradas que traspasan y que evocan momentos del pasado que te dejan mal tras esos encuentros. Encuentros que tienen lugar con demasiada frecuencia debido a la estrechez del barrio y al tránsito por las mismas calles y lugares.

He seguido viviendo momentos de entusiasmo y penas con personas que me conocen a la perfección como aquella amiga de Leganés que comparte mis preocupaciones y locuras y con la que quedo para comer. 
O con ese chico que conocí en Telecinco hace ya muchísimos años y que con el tiempo se ha convertido en uno de mis mejores amigos y que ha sido capaz de sacarme una sonrisa y sobre todo, de escucharme en los momentos que más lo necesitaba. 

He conocido a personas nuevas que poco a poco se han convertido en mucho más que eso, personas a las que sobre todo he podido conocer en el camino de Santiago. Un trayecto lleno de ilusión, alegría y superación, a pesar de contar con ayudas externas con respecto al equipaje. Pero de entre las cuales, una se ha convertido en especial para mí. 
He de reconocer que los inicios no fueron buenos… No fueron como debieran por mi actitud y por el desconocimiento. Pero dicen que el tiempo es el que pone las cosas en su lugar y creo, que en este caso fue así. Me cuesta mucho confiar en las personas, me cuesta bastante hacerme a la idea de que alguien no miente, me cuesta horrores embriagarme de ilusión sin pensar en la posibilidad de un dolor posterior a nivel emocional.  Cuando quieres a alguien, cuando sientes esa sensación tan fuerte por dentro hacia otra persona, uno se vuelve vulnerable.

Me prometí hace un tiempo que no volvería a estar con nadie porque no quería pasarlo mal pero hay cosas que no se pueden controlar. No se puede hacer ingeniería emocional y al final, el corazón es el que decide y escoge con quien quiere estar. 
Siempre he sabido lo que no quiero; odio la mentira, los malos modos, el rencor, los enfados, la prepotencia, la frialdad… Y eso es algo que lo tengo muy claro y por eso valoro tanto la sinceridad y la humildad. Y de repente, llega alguien un día, que sin saber cómo, tiene lo que quiero. Se mete en tu interior y te va captando cada día más. Una persona especial, alguien por quien sientes algo que hace mucho que no sentías y que he de confesar, que creí que no volvería a sentir. Y cuando hablo por aquí de esa persona es porque ocupa un lugar único e irrepetible en mi corazón. 
He de decir, que es lo mejor con lo que me he encontrado este año. Es alguien que me acompaña en mi camino y que hace que todo sea mucho más fácil.

Es, la verdad, lo más importante de todos estos doce meses. Y que lo volvería a repetir si supiera que le iba a encontrar de nuevo a él. Vivir este año con sus más y sus menos, ha merecido la pena porque gracias a él he podido olvidarme de muchos de los problemas que me rondan por la cabeza, aún teniendo él y bastante más grandes, los suyos propios. 
En definitiva, me siento orgullosa de tener a esos ojos azules y de que me haya dado la posibilidad de estar a su lado, de que haya confiado en mí para darme un hueco en su vida y de que, a medida que me va conociendo con todos mis defectos, me lo siga dando. De compartir instantes y experiencias, que deseo de todo corazón, que vayan aumentando.

Es por eso, por lo que me despido el año deseando que muchas cosas cambien y evolucionen para conseguir mis expectativas en temas de otras índoles pero eso es algo de lo que, en otra ocasión hablaré, puesto que sólo quiero centrarme en la parte emocional que este año me ha brindado.

Me despido así, con lo mejor que me ha regalado el 2013 y con lo que también comenzaré el año que está, ya, a punto de comenzar…




martes, 3 de diciembre de 2013

Es ahora cuando me atrevo a opinar


Desde hace ya un tiempo he dejado de ser clara en las entradas de mi blog… Desde hace un tiempo he hablado por encima de algunas de las cosas que suceden a mi alrededor, en mi entorno. Sucesos que aunque quisiera no puedo ni debo compartir por aquí. No se trata de mí sino de otras personas que forman parte de mí y que siempre lo han hecho. Hay veces que  con el paso del tiempo las experiencias que formaron parte del pasado y que hicieron daño se entienden de otra manera, de otro modo. Quizá hace 11 años atrás, no tenía la suficiente capacidad para poder asimilar lo que estaba sucediendo, quizá nadie me hizo partícipe por aquel entonces de lo que estaba pasando… Y aunque me dejaron al margen fui consciente de todo lo que ocurrió. Me gustaría ser más clara y expresarme mucho mejor de lo que ahora mismo lo estoy haciendo pero, repito, que no puedo… Porque no quiero dañar a nadie porque es algo que pasó hace mucho tiempo atrás y que yo también perdoné. Sólo son sensaciones y recuerdos que, debido a lo ocurrido y a encuentros  del presente de un familiar con otra persona indeseable, vienen de nuevo a la cabeza.

Es tan simple hacer daño… Es tan fácil desconfiar de aquellas personas que una vez nos hirieron y nos hicieron llorar, aún sin conocerlas… Todo lo que conozco es por lo que otros me contaron no por el propio partícipe de su historia. Todo lo que sé es por lo que me enseñaron en su día. Se trata de una total desconocida aun habiendo formado parte importante de un tramo de la vida de esa persona tan cercana a mí. Muchas veces, me pregunto el motivo por el que él no me ha hablado jamás de ella… Aún me pregunto, incluso porque a mí no se me pidió perdón por los acontecimientos que en su día ocurrieron. A día de hoy, aún sintiendo rabia y también miedo porque la carga emocional es demasiado intensa como para saber de nuevo de ella, se evita hablar delante de mí sobre su presencia actual, sobre su existencia.  Y no sólo estoy hablando de mí sino del miedo de otras personas que me rodean que también sufrieron y padecieron por ello. Y es ahora, con casi 30 años cuando puedo ponerme en su piel y ser consciente de todo lo que sucedió, de todo lo que suponía y de todo lo que tuvo que hacer para seguir adelante.

Es ahora cuando, ya madura, puedo echar la vista atrás y pensar como una mujer. Una mujer que, probablemente, en su día no fui. Es ahora cuando puedo opinar y en cierta manera, guardar rencor hacia esa mujer que no he conocido pero que destrozó aquello a lo que ella renunció también en el pasado. Cada persona tiene su tiempo… Cada uno debe ser consciente de las decisiones que toma porque serán las que marquen el camino a seguir y las oportunidades existen, muy cierto, pero siempre y cuando haya posibilidad de ello, porque de lo contrario, se puede hacer demasiado daño.

Sé que existe… Nunca la he visto… Sé su nombre, su historia y parte de su vida… Sé más de lo que otras personas se creen pero lo cierto, es que no sé si no se me ha hablado de ella porque hace daño o porque evitando su presencia en el recuerdo, se olvida que alguna vez existió. Es una pregunta que siempre me he hecho… Quizá pienso que fuera porque no estaba preparada para escuchar ciertas cosas. Quizá fuera porque el orgullo herido es más fuerte en un hombre que en una mujer y los fracasos del pasado es mejor dejarlos pasar. Sea de una forma u otra, creo que ese es el motivo por el que nunca he juzgado a nadie… Porque no podría hacerlo cuando en un pasado donde el daño fue, tan grande, no lo hice.

Lo cierto, es que su presencia en el presente me da pánico... La verdad es que he de reconocer que sí que tengo miedo de sus actuaciones, de su existencia y sobre todo, de aquellos encuentros donde las miradas llenas de tensión, probablemente, se cruzarían reflejando más de lo que otros, desde fuera pudieran percibir. Es ahora cuando, con toda seguridad tendré que verla por fotos… Es ahora cuando deseo con todas mis fuerzas que se aleje para no revivir sin querer ese miedo y dolor de un pasado que aunque, siempre me he callado, me pegó tan fuerte que todavía recuerdo con total nitidez esas palabras y escenario de lo único, que por aquel entonces, se me dijo.

Es ahora cuando me atrevo a opinar sabiendo que no puedo expresarme como de verdad quisiera…