domingo, 1 de abril de 2018

No te metas en mi vida


Otro año más que pasa, otro año que vas acumulando a tus espaldas. Más experiencia, menos inocencia. Más perspicacia, menos incredulidad. Más realismo, menos optimismo… Ganas en muchas cosas pero también pierdes en muchas más. Algunos dirán, estás en la flor de la vida y yo pensaré que me he quedado anclada en esa etapa porque siempre es la misma frase… Pero lo cierto, es que es ahora, cuando me siento quizá, más segura con respecto a muchas cosas. La edad te da conocimiento, vivencias y sobre todo, madurez.


No me gustaría retroceder porque de los errores se aprende y he de reconocer que he cometido muchísimos errores pero de no haberlo hecho no tendría la personalidad que hoy tengo. Y lo cierto, es que probablemente si volviera atrás, volvería a actuar de la misma manera puesto que el fondo de cada uno no se puede modificar y lo que a uno le gusta, le gustará hoy y mañana… y lo que te desagrada también, y lo que te da miedo y lo que te tienta, y lo que odias… Al fin y al cabo, es la esencia de cada uno.


Llego a una edad en la que me canso soberanamente de que me digan cuándo me casaré o tendré hijos… Me cansa… me agota y me agobia… Me pregunto muchas veces porque si hay personas que están tan interesadas en mi futuro no se preocupan también de cuándo me compraré una casa mejor, un coche o por mi madurez emocional. No me interesan sus preguntas pero eso sí, que no se me ocurra contestar algo así como “me vas a pagar tú la boda?” o “pues mira, es que si no he tenido hijos hasta ahora es que quizá haya tomado medidas para no quedarme embarazada”. 


En realidad, si me pongo a pensar en ellos no tienen la culpa, sino la sociedad. Es la que nos impone unas reglas, que debemos de cumplir, unas normas. Esto es algo así, como estar en una carretera de doble sentido y habrá muchos que se pongan a adelantar de forma desmesurada, otros que les gustará ir rápido, otros que se pongan nerviosos porque no se sentirán seguros al invadir el carril contrario y acelerar… y otros, simplemente que no tengan prisa por adelantar y vayan tranquilamente a 80 por hora. Llegaré a destino cuando tenga que llegar… no me impaciento… pues igual pasa con la vida. Igual me ha pasado a mí con otros temas… 


Hace años me decían “¿y cuándo te vas a independizar? todavía con 25 años viviendo con tus padres?” Preguntar por preguntar… hablar por hablar… ¿Por qué no preguntaban si había encontrado trabajo? ¿Por qué no preguntaban si había acabado los estudios? No… lo importante era saber otro tipo de cosas… Es meterte en la vida de los demás, es no tener filtro y no tener en cuenta las circunstancias personales… Es ser un miembro más de la sociedad en la que vivimos y parece que cuando uno se desvía aunque sea un poquito de lo establecido ya es motivo para poder hablar… 


“Si lleva mucho tiempo sin novio será que es lesbiana o que tiene alguna tara emocional”¿y no será que quizá esa chica esté mejor sola que mal acompañada?, “Si lleva 10 años con su pareja y no tiene hijos será que no podrá” ¿y no será que hayan decidido ser padres cuando se sientan preparados aún siendo mayores?, “Se ha quedado embarazada y no tiene novio, eso seguro que ha sido una noche loca” ¿y no será que una mujer puede quedarse embarazada estando sola mediante técnicas de fertilidad?, “Llevan muchos años juntos y se han dejado, seguro que hay terceras personas” ¿y no será que a veces el amor se desgasta y no tiene por qué haber nadie en medio?, “Se ha independizado y se ha ido sola…sin un hombre a su lado” ¿y no será que no hace falta tener otra cosa más que dinero para irse de casa?


Decimos que tenemos la mente abierta… ¿en qué la tenemos abierta? ¿en la pérdida de valores? ¿en seguir con lo establecido? ¿en hablar sin conocer?… ¿en eso la tenemos abierta? No nos damos cuenta  que estamos alienados, que todo ello es producto de la sociedad en la que estamos, que si decidimos vivir de otra manera, siempre nos vendrán críticas y opiniones, que lo más curioso de todo, no hemos pedido. 


Alardeamos bastante de la frase “vive y dejar vivir” pero no es más que una frase sin sentido ya que luego, ni vivimos ni dejamos vivir. Nos entrometemos en la vida de los demás pero no estamos preparados para recibir malas contestaciones ante preguntas absurdas. Ante cuestiones que repetidas en el  tiempo no se merecen más que una sonrisa acompañada de una respuesta como la de “no te metas en mi vida” añadiendo “que estoy disfrutando de cada momento”