jueves, 29 de octubre de 2020

Todo cambia para bien o para mal

Hay días complejos, días difíciles, días en los que sabemos que nos iremos a la cama y que a la mañana siguiente todo mejorará porque depende de uno mismo. Son situaciones que podemos controlar, que sabemos gestionar y a las que, al fin y al cabo, estamos acostumbrados. Es lógico tener días buenos y malos, es normal sentir un abanico de emociones a lo largo de la jornada vital pero a pesar de tener un mal día… la actitud es lo que hace que unos sientan la vida de una forma positiva y otros, negativa. La misma vida, el mismo momento…

Se supone que tenemos habilidades cognitivas para hacer frente a las diversas situaciones que se nos presentan. Que somos nosotros los que podemos gestionar las dificultades, que tenemos el apoyo de los que nos rodean para hacer más llevadero el momento… pero esto no siempre es así, no es cierto eso de que uno se podrá acostar y al día siguiente la situación cambiará o en su defecto, experimentará una pequeña mejoría. Hay veces que la vida se vuelve en contra de uno mismo. Que entra en un bucle constante del que parece que no existe salida.

Todo con el paso del tiempo se normaliza, se interioriza para tratar esos días malos y esas sensaciones como lógicas y hasta, en las nuevas generaciones como innatas. Me niego a resignarme que lo que nos espera son días llenos de altibajos donde hay veces que uno ve un haz de esperanza y otros, en los que los peores pensamientos de desesperanza rondan la cabeza. Para unos obsesivos, para otros, ilusos. Da igual porque habrá personas comprometidas, luchadoras y responsables pero también, existirán personas inconscientes y alocadas. 

Todas son parte de la sociedad. Una sociedad de la que, por desgracia, me avergüenzo. Una sociedad donde el individualismo impera por encima del bien común. Donde el "yo tengo más y llegaré más lejos que tú" para aparentar aunque luego en realidad no tenga para apenas llegar a fin de mes. Una sociedad donde los valores de superación y prepotencia están más presentes que los de humildad y sinceridad.

Una sociedad, que en estos meses ha sacado lo mejor pero también, lo peor de uno mismo. Y lo cierto, es que hasta que uno no se encuentra en una situación límite no sabe cómo va a reaccionar. Todos pensamos que las mayores desgracias son para los demás, que a nosotros nunca nos tocará porque tenemos algo que nos hace diferentes. Pero la realidad nos ha enseñado a entender, si se puede decir así, que nadie está exento de nada. Que las torres más altas también caen y que nada es para siempre, que nada de lo que hoy tengas puede ser que lo tengas también mañana.

Y es que cada uno de nosotros tomados de forma individual tenemos sensaciones, emociones y sentimientos diferentes. Pero cuando nos juntan y formamos parte de esa masa, al final nos volvemos uno. Y lo cierto, es que me gustaría tener una varita mágica con la que poder parar determinados pensamientos que surgen por mi cabeza. 

Hay veces que hay que ser muy fuerte para aguantar lo que llevamos y lo que nos queda. Hay días en los que la vida se convierte en un bucle de miedos constantes y que se retroalimenta con la desesperación de lo que otros te cuentan y donde, sin querer, te embarcas en un camino de pánico que a fin de cuentas, no te lleva a ningún lugar.

Y es, en esos momentos, donde hay que tener la cabeza fría, si es que uno puede hacerlo, para gestionar y controlar dichos pensamientos. Miedo, quizá al futuro. Temor al día de mañana. Incertidumbre ante el día a día.

Nos enseñaron de pequeños a tener ilusiones, expectativas y muchas inquietudes. Con el paso de los años, somos conscientes de la barbaridad de cuentos e historias imposibles que existen y que nos montamos en la cabeza. La realidad es la que luego nos pone en el lugar adecuado y muchas veces, incluso en situaciones en las que jamás nos veríamos inmersos. Pero la vida es así, la vida es seguir avanzando. Y como en todo camino, las suelas de los zapatos se desgastan y hay que, en ocasiones, parar un poco e incluso, cambiar de suelas para proseguir o lo que sería lo mismo, intentar adoptar actitudes que nos levanten la moral y el ánimo en esos días grises e intentar evitar que con el paso de las horas se conviertan en días negros.

Pero a pesar de todo, aunque uno piense que nada va a cambiar… cualquier cosa lo hace, ya sea para bien o para mal pero todo, absolutamente todo, se modifica. Y nuestro estado de ánimo también. Intentamos ser fuertes pero ya no sé si es hartazgo, desesperanza, fatiga o no sé cómo llamarlo pero es algo que está ahí y que ya nos ha cambiado a cada uno de nosotros. Ya no somos los mismos que éramos hace meses y esa transformación es ley de vida porque se trata de la capacidad que tiene el ser humano para adaptarse a las nuevas situaciones que se le presentan en la vida. Habrá personas que se resistan y otras, que se dejen llevar pero todas, independientemente de cómo se lo tomen, forman parte de la sociedad y como tal, deben aceptar y acatar la realidad en la que se encuentran.

No está siendo fácil resistir porque el mayor miedo que todos tenemos es perder aquello a lo que más queremos. Y aquí es cuando uno debe pensar qué supone eso para actuar con responsabilidad.

Que se nos olvida que la vida es un préstamo temporal. Algo que no va a volver jamás… Que lo vivido se convierte en recuerdo… Que lo experimentado en lección… Y que los daños emocionales no son más que vivencias para constatar que estamos aquí… Que nuestras acciones tienen consecuencias y nuestra libertad no acaba donde yo quiero que acabe... Que nadie es menos por respetar ni por mostrarse vulnerable… Que nadie tiene el derecho de humillar ni de menospreciar porque la vida misma puede hacer que todo se vuelva en contra en algún momento… Que todos tenemos miedos y quien lo niegue, miente… Que mentimos y mucho, por no mostrarnos tal y cómo somos… Que decimos que nos va mejor de lo que nos va para evitar preguntas incómodas… Que todo el mundo tiene problemas pero algunos saben esconderlos mejor que otros… Que siempre queremos lo que no tenemos y no por eso, somos envidiosos… Que criticamos y nos interesamos más por la vida de los demás para evadirnos de la nuestra… Que cuando estamos hartos de algo, tenemos la capacidad de desconectar y pasar a otro tema… Que todos hablamos, algunos sabiendo y otros, sólo opinando pero nos estamos comunicando… Que la vida es eso… Que formamos parte de una sociedad, a veces cruel, dañina y sin escrúpulos pero por otro lado también, resignada y dañada y quizá, es que muchos individuos de ese conjunto, se sientan ya perdidos.

De una forma u otra, está claro de que al igual que se han transformado los hábitos, también lo estamos haciendo nosotros, sino lo hemos hecho ya. 

Y es que lo que hace que nuestros pensamientos vuelvan a resurgir con esperanza es precisamente, pensar en aquello en lo que más queremos y yo tengo claro, a pesar de esos momentos o días de pensamientos grisáceos, que es lo que me impulsa cada día para seguir avanzando.