Comenzaba el año… Aún lo recuerdo… Sin expectativas, sin
ilusiones… Todo seguía igual. Todo el mundo celebraba ese cambio del 31 de
diciembre del 2014 al 1 de Enero del 2015. ¿Qué más me daba a mí? Seguía con
mis trabajos de promotora, aunque realmente eran los que menos hacía últimamente porque había ascendido a azafata. Sí, resultaba curioso… Los únicos
trabajos que hacía eran de azafata de eventos y convenciones y aunque muchas
personas de mi alrededor, me dijeran lo poco que valían esos trabajos… Yo los
seguía haciendo con mi sonrisa en la cara porque en cierta manera, he de decir
que disfrutaba del trato humano con mis compañeros y compañeras de dichos
eventos. Eran trabajos.
Cada viernes también repartía un periódico gratuito en
la salida del metro de Bilbao y lo hacía encantada… Eran cosillas que iban
saliendo pero miraba a mi alrededor y no era suficiente… Trabajos eventuales,
temporales.
No sabía si al día siguiente trabajaría o no… No sabía si vendría
una chica más joven que hiciera lo mismo que yo por menos dinero… Yo lo hacía
por el que fuera porque no sólo los más jóvenes lo hacen… yo también lo hacía.
Y luego el entorno… ese maldito entorno que te empuja y que te dice lo que
deberías estar haciendo porque es lo que corresponde a tu edad…
Pero nunca sabría que la vida puede dar tantos cambios… Reconozco que no me lo
esperaba. Reconozco que siempre he creído que los que tienen suerte son los
demás y que a mí nunca me iba a pasar. Reconozco que pensé que iba a quedarme
en un pozo sin futuro alguno. Y que sólo
los que saben o han pasado por esto, pueden entenderlo.
Llegó mediados de Enero
y todo cambió con aquella llamada. Una llamada que transformó mi mundo y mi
visión de las cosas… Me daba miedo poder pensar que podía encontrar un trabajo…
Un trabajo de verdad, un trabajo en el que tienes un horario, un trabajo al que
debes acudir cada día y sobre todo, un trabajo donde las personas que están no
son sólo personas… son mucho más que eso.
Y de repente, mi mundo cambió hasta yo misma he cambiado en
ese mundo en el que me muevo ahora mismo. Al principio no me lo podía creer…
pasaban los meses y ahí seguía. Tenía miedo de que sólo fuera temporal. Tenía
mucho miedo… Tenía miedo de perderlo cuando llegó el verano por circunstancias
que sucedieron. Pero pasó el verano y
los meses y aquí estoy, a 31 de diciembre del 2015 para entrar en un año
distinto… Un año que espero que sea como este que he vivido.
He aprendido muchas cosas… He aprendido a ser paciente, a no
perder los nervios, a disfrutar de los pequeños detalles, a valorar a las
personas por lo que me ofrecen, a confiar en los demás, a ser consciente de que
la vida hay que vivirla en el presente, a pensar con la cabeza, a rodearme sólo
de personas de verdad y con un buen corazón. Y sobre todo he aprendido a quererme.
He conocido a personas que son casi como una familia porque realmente hayan
sido unas u otras, siempre he sabido de su existencia y ahora, tengo la suerte
de estar con todos ellos.
También he aprendido
a conocer un poco más a mi padre… A verle en otro entorno. Y cada día que pasa
estoy más orgullosa de todo lo que puede llegar a hacer. De su colaboración en
la Cruz Roja y en otros lugares.
Lo cierto, es que
este año, la misma vida, me ha dado una lección a nivel humano. Una lección de
valores y sobre todo, un año donde agradezco cada cosa buena que me ha dado…
Agradezco que la vida misma te ponga límites para ser fuerte, para que, aunque
te caigas, haya alguien que te pueda levantar. Y que cuando crees que nada
bueno puede venir… De repente, aparece.
En definitiva, sólo puedo decir, que este año 2015 ha sido
el mejor en mucho tiempo para mí. Lo empecé mal… Pero enseguida un sueño se
hizo realidad… Y gracias a eso, podré dar más pequeños pasitos… Porque mi vida sólo se basa en eso… En tener
un trabajo, que encima supera todas mis expectativas porque es un lugar lleno
de significado, en ganar un dinero que me permita irme a Leganés y que, siendo
sincera, si todo sigue como hasta ahora, lo haré ya por fin, al año que viene,
en rodearme de personas que me aporten cada día algo nuevo y de amigos y amigas
que lo sean de corazón.
En tener a mis
padres ahí, porque son al final quienes siempre están, pase lo que pase y sea
como sea. Son ellos siempre quienes de verdad se alegran cuando me suceden
cosas buenas o se entristecen cuando sufro y porque son ellos quienes han
vivido todo de primera mano.
No necesito más… No necesito valores materiales, no necesito
más dinero, ni tampoco ponerme una careta… Sólo necesitaba ser feliz y ser como
soy, con mis virtudes, con mis defectos, con mis carencias, con mis ilusiones…
A fin de cuentas, recuperar lo que un
día fui. Y de repente, este año lo conseguí… De repente, no puedo borrar mi
sonrisa al recordar todo lo que este año ha sido. Ya sea mejor o peor el año
2016, sólo puedo decir que este 2015 ha sido un año para recordar… Un año que
no olvidaré jamás. Y una fecha de un 2 de Febrero que siempre quedará grabada
en mí...