miércoles, 13 de junio de 2012

Lo que hoy yo no tengo.

Es curioso como las personas tenemos ciertos temas de los que evitamos hablar. Temas que nos tocan, quizá, la fibra. Temas que son mejor no sacarlos o temas que nos pueden herir con tan sólo recordarlos. Todo tiene su parte buena y mala y lo cierto, es que no me gusta nada hablar de algo de lo que, en el fondo, no estoy preparada para expresar aquí. Pero todo ello, viene a causa de este fin de semana.

Ha sido algo rápido, como un sueño que no me ha dado tiempo a asimilar por la rapidez de los acontecimientos. Y todos maravillosos. No me quejo de nada de lo que he vivido pero sí, que en parte, después de ver, ciertas actitudes o gestos, a una le entra la melancolía o cierta envidia sana.  Me alegro por aquellas personas a las que les va bien y ver a todo el mundo rodeado de su pareja, pero sí que es verdad, que a veces me pregunto por qué yo no tengo tanta suerte… No sé, una intenta pensar que no necesita a nadie a su lado pero la realidad no es esa. La realidad es muy distinta de lo que uno imagina y sin querer, sucede a veces, que por circunstancias y por el ambiente, pues piensas y también, te preguntas… Melancolía? No lo sé… Quizá, lo llamara necesidad.

Vives y sientes al máximo y también te entregas. Pero llega un momento en el que te cansas de lo que hay, llega un momento en el que ya no puedes más y decides cerrar un corazón que yo decido que no vuelva a sentir porque yo me creo dueña de él, pero no… no se puede evitar, no se puede matar a un corazón que ya ha vivido en el pasado… Y observa y ve a una pareja de enamorados recién casados que son felices y sobre todo él. Un marido nervioso antes de entrar a la iglesia. Una novia que se retrasa y que cuando llega al altar, la coge de la mano y la recibe con un beso. Un novio que no para de dar muestras de cariño a su futura mujer. Una complicidad cada vez que se miraban… Durante el banquete unas palabras de amor hacía su enamorada… Lo cierto, es que cuando estaban en el altar, hubo un momento en el que me emocioné. Un momento en el que me alegré por ellos pero me entristecía por mí… Estaba contenta porque ellos se juntaran pero también sentía cómo mi corazón seguía latiendo y tenía esperanza por encontrar a alguien así, alguien que algún día me pudiera querer como ese novio que recibía emocionado y nervioso a su novia. En definitiva, alguien que creara una felicidad que sólo el amor puede generar.

Allí, me alejé de todos los agobios de Madrid, de todos los problemas y de todo lo que siguió estando cuando volví de nuevo. Estaba en Altea, disfrutando de la playa, del mar y de la familia.

Todos nos creemos fuertes y a veces, negamos que necesitemos a alguien cerca… A veces, decimos que estamos cansadas de encontrar a príncipes que acaban siendo ranas, pero no sé… este fin de semana me ha hecho pensar y recapacitar muchas de las cosas que tengo en mi cabeza. Cosas que no voy a compartir aquí porque son experiencias personales y de mi vida y de las cuales, no pido opiniones. Pero sí, que es cierto, que una se plantea qué falla hoy en día y qué clase de hombres pululan por los alrededores… Hace tiempo que me prometí a mí misma que sólo me enredaría con alguien que me demostrara su interior y su preocupación, alguien que tuviera valores firmes que me recordaran el significado del compromiso. Porque de nada sirve tener a alguien sino es capaz de actuar conforme a las palabras. No es que sea tradicional, para nada, pero sí que es verdad, que tampoco me gusta la clase de hombres modernos que hoy en día rondan por la sociedad. Hombres que ya han pasado por tantas manos y que se enorgullecen de contar con un gran cúmulo de parejas en el pasado. Hombres superficiales que se creen que el cuerpo y el exterior lo es todo. Hombres que no tiene la capacidad de compartir y de mostrarse cómo son en realidad… En definitiva, quedan muy pocos hombres que sean contrarios a lo que acabo de relatar. Y eso es lo que yo quiero, hasta entonces, creo que le recordaré a mi corazón las desastrosas situaciones anteriores para que no sienta nostalgia porque de esa forma, sabrá entender qué es lo que no quiero.

Pero tras este fin de semana, me he sentido un poco más sola de lo habitual porque, quizá, mi corazón sentía añoranza por algo que yo no puedo darle y eso es confiar en alguien que me aporte lo que necesito…

Cuántas veces he oído eso de “si no tienes novio es porque no quieres” o lo de “tú puedes tener al chico que quieras” Y digo yo, para nada… Sino tengo novio es porque no me gusta lo que hay y tampoco puedo tener al chico que quiero, tampoco…  Cierto es, que sino quieres a nadie, te da igual estar con uno o con otro, pero ese no es mi caso.
Cuántas veces hemos dicho o nos han dicho la frase “te quiero” y por desgracia, a día de hoy, es una palabra que se dice tan libremente como un “Hola”. No lleva nada detrás y aún habiendo perdido el significado real o inicial se sigue diciendo. Querer no es tener cariño a alguien, querer no es acordarte de alguien, querer no es necesitar a alguien, querer no es aguantar a alguien, querer no es ser infeliz, querer es mucho más… Es una palabra que se ajusta a cada uno pero querer es un sentimiento tan profundo que te hace dar lo mejor de uno mismo. En definitiva, lo que hoy yo no tengo y cuya reflexión tras una unión de enamorados, me ha hecho pensar en ello.

Antes siempre solía decir que es lo que no quiero… Pero a medida que van pasando los años y vas pasando por experiencias voy modelando a la perfección que es lo que quiero. Quizá sea un poco ilusa, pudiera ser, porque al corazón no se le puede apagar pero de una manera o de otra, siempre acabo pensando en ¿por qué los demás y no yo? Siempre…



domingo, 3 de junio de 2012

Pero ya todo cambió...

Los acontecimientos suceden en la vida, a veces, porque nosotros queremos y otras, porque son los demás, los que los propician. Hay situaciones que no podemos controlar y sin querer, sucede algo que, si estuviera en nuestra mano, no se desencadenarían de la forma en lo que lo están haciendo.
Nos cuentan cómo deberían ser las cosas y siempre tenemos la esperanza de que las personas que nos rodean no se dejen llevar por los instintos más básicos perdiendo racionalidad alguna.
Nuestra familia, nuestro entorno, nuestros amigos, parejas y conocidos están a nuestro alrededor y puede que no seamos conscientes de la influencia que ejercen sobre nosotros pero en situaciones límite sí que lo hacen.

A lo largo de la vida vemos cómo los que nos rodean cambian y es más, nosotros mismos también lo hacemos. Quizá no seamos conscientes de que lo hacemos pero no sólo se trata de los demás. Evolucionamos y vamos creciendo interiormente y sobre todo, mentalmente. Nuestras acciones, nuestras formas, nuestras palabras tienen efecto, más en los que nos rodean y menos a los que no importamos, pero generan algo en alguien.

Digo todo esto, porque de un tiempo a esta parte han ocurrido muchas cosas en mi entorno. Han sido meses que han derivado en un distanciamiento, en una lejanía que no es voluntaria, sino forzada. Cosas que la verdad, no me gustaría que hubieran sucedido. No quiero dar nombres y menos aún puedo porque se trata de alguien muy pero que muy cercano. Tampoco quiero contar nada de la historia porque no quiero tan siquiera recordarla.

Me da mucha pena el comportamiento que está teniendo y más aún, por el cariño que a esa persona le tengo. Me da rabia el que no haya sido capaz de ver más allá que con la obsesión y los instintos dejando a un lado todo lo que ha logrado labrar durante el camino.
Siento tristeza al saber que ya nada va a ser lo que era y decepción por alejar a personas que darían lo que fuera si dijera ven. Siempre he pensado que era de una fibra especial, una fibra luchadora y que tenía una fuerte relación con mi madre. He nacido a su lado y he visto y sabido demasiadas cosas de su vida, cosas que para nada han interferido en mi visión.
Siento desilusión por ser consciente de la transformación que una pareja puede hacer en una persona y su entorno. Siento lástima porque no es capaz de ya luchar por su familia, por su sangre y menos aún, por el cariño.

Es una persona, a la que siempre he apreciado y en cierta manera, la que ha estado ahí en los momentos en los que tenía que estar. Envidiaba aquellos valores y esas buenas acciones en las que se movía, pero ahora mismo, no sé si es algo que nos hacía creer a todos o que simplemente, era una mentira. No sé si todavía queda algo de aquello de lo que fue. Aquella persona humilde, honesta, sincera, valiente, sensible y sobre todo, fiel. No sé si queda algo… Tampoco sé si algún día será capaz de cambiar y de darse cuenta de lo que está perdiendo… Siempre pensamos que aquellas personas que se alejan, siempre se arrepentirán pero no sé si lo hacemos por la esperanza de que vuelvan. No lo sé… Quizá, es que uno no está preparado para aceptar que se puede cambiar tanto y que sus razones son más que suficientes para tomar tales decisiones.

Aunque muchas veces, no diga nada o me pronuncie con demasiada sensibilidad en el tema hacia mi madre, en el fondo me duele todo esto. Me duele ver las maneras, las formas, los tonos, las barbaridades que al fin y al cabo tengo que oír… Me duele ver también creer que mi madre, aunque no lo diga, desee que cambie, que vuelva a su estado original, que vuelva a ser esa persona que ella conoce desde siempre. Forma parte de ella y era algo especial, una persona a la que mi madre me enseñó a querer por lo que era y no por lo que tenía…

Una persona de la que me contaba sus logros, sus hazañas y sobre todo su trayectoria en la vida. Una persona que estará ausente ya en muchos momentos de este año… Una persona a la que, echaré de menos, una persona a la que quiero y a la que ni siquiera la puedo recordar lo qué vale y que si de verdad tuviera algo de corazón, podría cambiar todo… Porque está en su mano. Una persona con la que recuerdo innumerables momentos, una persona que ha me ha visto llorar desconsoladamente por amor, que ha sido partícipe de mis logros académicos, que ha compartido veranos en un mismo hogar, que ha celebrado momentos familiares, que me ha visto crecer desde siempre y a la que, en resumidas cuentas, ocupaba un lugar ejemplar y especial para mí pero todo cambió…

Si yo pudiera, recordaría a aquella persona lo que fue, lo que luchó en la vida y la importancia que tiene valorar a los demás  por lo que son y no por lo que tienen. A esa persona le diría que se diera cuenta de lo que ha perdido y si ahora, de verdad y con la mano en el corazón, es verdaderamente feliz, porque por dejarse llevar por sus instintos irracionales está perdiendo algo muy importante que es el calor de una familia.

Si me dejara, diría a esa persona que la vida es muy corta y que no hay necesidad de elegir a nadie sino de vivir en armonía. Nada hay que nos haga eternamente felices, nada… Tan siquiera el dinero, pero cuando uno mismo no se da cuenta de ello, es necesario a veces, dejarse ayudar sin desconfiar. Hay veces que en momentos difíciles hace falta alguien que nos recuerde quiénes hemos sido y quizá, todavía seamos, para no caer en caminos llenos de fango que nos ensucien.
Hay veces que necesitamos de otros para limpiarnos y ver que el fango es realmente donde nos hemos metido y no lo que hay fuera… es lo que yo diría pero, por desgracia,  ya todo cambió.