Parece que fue ayer… parece que el tiempo pasa lento y
despacio pero de repente, un día te das cuenta de que no es así… miras atrás y
observas como han transcurrido años… han pasado muchas cosas y todas ellas te
han ido formando, te han ido creando e incluso cambiando. No todas las cosas
que nos suceden son buenas, ni todas tan malas pero a fin de cuentas son las
situaciones y las personas que pasan por nuestra vida las que nos van
modificando. A veces a peor, otras a mejor y otras, simplemente nos hacen ser
distintos.
Aún lo recuerdo… parece que estuviera allí… él a veces ponía
aquellas canciones. Yo era joven y con una fuerte coraza porque era una adolescente
tardía, tenía sólo 18 años. Pero ese día, esa canción en concreto me cambió por
dentro. Escuchaba su letra… escuchaba lo que decía y sin querer presté más
atención de lo normal. Aquellas palabras “nunca te entregues, ni te apartes junto al camino, nunca digas no
puedo más y aquí me quedo y aquí me quedo…”. Yo hacía como que no me importaba…
pero días después, estando sola en casa, busqué ese disco de vinilo y en aquel
equipo de música Marantz lo puse… deslicé la aguja con cuidado y empezó a sonar
una canción… esa no era, volví a levantar la aguja para posarla de nuevo sobre la canción más próxima a la que buscaba
y cuando escuché aquellas palabras en francés sabía que pronto vendría la
canción. Empezó a sonar… “tú no puedes volver a atrás porque la vida ya te
empuja…” y escuché al completo toda esa canción que hizo que me volviera
vulnerable… que hizo que desde entonces esa canción se convirtiera en lo más
profundo de mi alma.
Los que me conocen de verdad saben qué canción es y lo que
significa para mí. Una simple canción, una letra que te transforma y que te
hace pensar. He de confesar que hace bastante tiempo que no me la pongo porque
me trae muchos recuerdos ya que es la canción que he escuchado cuando
necesitaba fuerzas debido a algunas circunstancias de la vida…
Hoy en día observo a mi alrededor y veo a algunas personas
jugando a ser humanos… jugando a disfrazarse de valores que no tienen. Estoy cansada de que algunas personas sólo
valoren a otras por el puesto laboral que desempeñan, de que se junten con otras por el dinero que
perciben a final de mes y por que todo al final se base en el maldito
materialismo.
Ya no vale ser
sincero… ser humilde, ser leal… eso no se lleva. Lo que vale es catalogar a las
personas por lo que hacen día a día y no sólo ya eso… también juzgar por el
lugar donde viven. Estoy cansada de aquellos que se creen con el poder de decir
que un lugar es demasiado malo para acudir a dicho lugar. Por desgracia, hay
muchas personas que piensan así… yo no juzgo… no valoro a las personas por el
puesto laboral. Valoro a los demás por el apoyo, por lo que me aportan como
personas. Acudo a los lugares ya sean mejores o peores porque las personas que
están allí son las que me importan. Siéndome indiferente si el lugar es mejor o
peor… porque lo importante son los valores… y estoy muy cansada de que eso a
medida que uno se va haciendo más mayor… se pierda…
Estoy cansada de las personas que aparentan ser algo que no
son, que se comportan de forma diferente según estén unos u otros, en
definitiva de las personas que no son auténticas. No sé si soy yo… no sé si
debería ser de otro modo… y a veces lo he intentado pero no me sale… cada uno
al final, tiene un fondo, y por mucho que intentemos disimular siempre sale a
la luz la verdadera cara de nosotros mismos. Ni soy mejor ni peor que nadie,
simplemente soy yo… y hay veces que acabas agotada de observar a la sociedad en
general. Siempre hay excepciones, claro está y esas son las personas de las que
me rodeo. Pero la sociedad de hoy en día, los individuos que habitan en ella,
su mente y desarrollo humano no son aptos para aquellas personas que sí que
saben la definición, el concepto y el significado de los valores.