Las circunstancias son las que, a veces, sin querer nos van
cambiando… Los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor son los que
manejan la evolución de nuestras vidas. Nos creemos, en la mayoría de los
casos, que somos nosotros los que dirigimos el rumbo o elegimos, pero la
realidad es que es la propia vida la que nos dice por dónde debemos caminar.
Hasta hace unos meses, he de decir que me sentía
descolocada, perdida, a la deriva… Hace unos meses pensaba que nada iba a cambiar
y que este año que entraba, nada iba a tener de especial. Seguiría durmiendo
mal… Seguiría enojada conmigo misma y sobre todo, seguiría haciendo verdaderos
esfuerzos por seguir por algún camino fuera como fuese…
Ahora, a día de hoy, han sucedido cambios en mí y en mi
alrededor. Cambios donde la mayor protagonista soy yo… Cambios que creí que
jamás iban a suceder… Cambios que me guían hacia una orientación correcta. Los
miedos siguen existiendo, por supuesto. La incertidumbre sigue estando ahí y evito
hablar del futuro porque, incluso ahora mismo, tengo miedo de saber lo que
quiero y que no se cumpla… Sé lo que quiero… Lo tengo claro desde hace años y
es ahora cuando lo puedo ver más cerca pero no quiero pensar en ello porque es
el tiempo el que debe avanzar para evidenciar o no si valgo para seguir por el
camino que la vida me ha brindado.
No se me olvida el pasado… No se me olvidan las horas
interminables en la calle bajo un aterrador frío. No se me olvidan las
humillaciones y las malas maneras de algunos lugares en los que he estado. No se me
olvida el sueldo de tres euros y medio la hora. No se me olvidan las mentiras
encubiertas que he tenido que decir para mantener un trabajo de comercial. No
se me olvidan los lloros por la inutilidad creada en mi interior… No se me
olvidan aquellas personas que están cerca y lo están pasando… No se me olvidan…
Y aunque ahora mismo esté al otro lado, todavía se me llenan de lágrimas los
ojos cuando veo a personas entregar curriculums rogando algún puesto de trabajo,
sea el que sea. Aún siento esa angustia que me recorre el cuerpo por saber que,
probablemente, a ese padre e hijo que van buscando trabajo no los reciban como
personas. Todavía me emociono cuando ese padre e hijo me dan las gracias a mi
por tratarles como seres humanos, por no despreciarles y por abrirles la puerta
y hablarles… Porque en otros lugares no lo hacen… Quizá sea porque yo sí que he
estado al otro lado. Y todavía tengo miedo de poder estarlo…
Algunas personas me han dicho que he cambiado… No lo creo…
He cambiado con respecto a las preocupaciones, he cambiado con respecto a la
seguridad en mi misma, he cambiado con respecto a la escala de prioridades… En
eso sí que he cambiado. Sigo siendo la misma pero con más convicciones… Sigo
siendo la misma que hace un mes… Sigo teniendo miedo de no pasar ese mes de
prueba que me queda y volver de nuevo al lado en el que estaba. Tengo miedo de
pensar que lo puedo pasar y que dentro de un tiempo podré lograr mi más ansiado
sueño… Tengo miedo de pensarlo y que, como he dicho antes, no suceda.
Quizá, piense todo esto porque la vida es la que nos va
orientando, es la que nos guía e incluso aquel que está arriba y al que acudo
cuando me siento realmente desesperada me haya dado un empujón para recordarme
lo que puedo llegar a valer.
Pero de una forma u otra, valoro lo que la vida me está
brindando que para mí es un sueño hecho realidad. Valoro poder decir que tengo
algo… Que puedo levantarme cada mañana con la idea de tener que realizar una
labor, con la idea de que no será sólo una campaña eventual, sino todos los
días de lunes a viernes… Valoro cada momento y cada situación nueva en la que
me tengo que desenvolver. Valoro la oportunidad que tengo y que de seguir así,
sería el objetivo de mi vida… No necesito otra cosa… No necesito avanzar
laboralmente como otras personas… Sólo necesitaba un trabajo en un lugar, en el
que además, tienen un valor sentimental para mí. Un lugar donde si me dijeran
que podría pasar el resto de mis días allí en ese mismo puesto de trabajo, lo
haría encantada. Porque he pasado por tantas cosas… He pasado por tantos
lugares y he experimentado tantas situaciones que, gracias a ellos, sé hoy en
día valorar lo que tengo y puedo llegar a tener. Porque sólo las personas que hemos estado en el
otro lado sabemos lo que significa tener algo… Sólo los que seguimos recordando
nuestros orígenes y esfuerzos, sabemos lo que supone un cambio. Da igual el
sueldo… Da igual el horario… Lo importante es poder valorar cada instante nuevo
que la vida me está brindando…
Porque ahora yo… estoy al otro lado pero gracias a haber
experimentado trabajos de otro tipo, hoy puedo saber valorar más ciertas cosas
que otras personas… Y porque el dinero no da la felicidad… Lo que lo da es la
autoestima, la certeza, la seguridad, la utilidad y la confianza en uno mismo y
en su futuro... Es decir, todo se resume en estabilidad mental.. Y vital...