lunes, 16 de mayo de 2016

Entonces... ¿valió la pena?

Aún lo recuerdo… Recuerdo perfectamente esa primera vez que sentí un dolor angustiante de muelas… Recuerdo el principio de todo aquello que sería un largo camino hacía una meta que tendría como resultado una bonita y grande sonrisa… Pura estética en realidad. De ser ahora yo creo que no hubiera pasado por todo aquello que pasé y que a día de hoy, me resulta hasta sorprendente que me embarcara en toda aquella aventura dental.

Era verano y me sacaron una muela del juicio cada 15 días… Unas muelas que estaban tumbadas y que recuerdo cómo con una de ellas duró casi una hora y media en salir. El resto fueron 45 minutos aproximadamente. Veía esos preciosos ojos azules del cirujano maxilofacial. Cómo sudaba y sudaba e insistía mientras notaba la presión en mi mandíbula. Me dieron 4 puntos en cada una de mis muelas. Recuerdo cómo una noche con una de ellas comencé a sangrar porque uno de los puntos se me retiró… Recuerdo aquel flemón y vena de color verde que me recorría hasta el cuello…  Para otros no fue nada, para mí fue desesperante.

Tras esto, mis dientes estaban un tanto descolocados. Para mí, demasiado y para los dentistas también. Para otros pasaban desapercibidos. Así que decidí voluntariamente ponerme ortodoncia o lo que comúnmente se denomina aparato de brackets. El primer problema surgió enseguida… No tenía espacio suficiente para que mis dientes se colocaran en línea. La genética no me acompañaba, así que tenía dos soluciones; fracturar la mandíbula unos milímetros cada mes o sacarme cuatro piezas concretamente los colmillos de arriba y abajo y luego juntar el hueco. Obviamente, yo no quería que me quitaran más dientes… Así que opté por durante 6 meses llevar además del aparato de ortodoncia otro aparato en el paladar que cada mes me ajustaban para fracturar la mandíbula y que cediera unos malditos milímetros de nada… Y eso, dolía. Dolía mucho…

Tres años con aparato, arreglar mordida y según me lo quitan aparece una retracción de encías... Me dan más posibilidades las cuales eran una operación en la cual me quitaban parte de la piel que rodea al paladar para ponérmela en las encías delanteras de abajo o en su defecto, hacerme cada tres meses curetajes arriba y abajo con la posibilidad de recuperar encía, pero cosa que no era segura. Estaba harta y cansada de la boca… Y dolía… Opté por los curetajes y sino resultaban efectivos, me embarcaría en la operación para recuperar encía. Yo quería acabar pronto y hacer el curetaje de  toda la boca de una vez. Ellos no quisieron porque era demasiado… Así que me lo dividieron en tandas… He de decir, que siempre pedía mucha anestesia, aunque alguna vez me llevara más de un susto como marearme cuando me pincharan o sentir que el corazón me latía tan rápido que parecía que iba a explotarme, pero después de 10 minutos esa sensación se había pasado. Me decían que era por el tipo de anestesia. Yo de estas cosas no sé…

Recuperé encía, unos malditos pocos milímetros pero decidí conformarme con eso. Necesitaba un descanso… Todo dolía, daba igual lo que fuera, pero siempre sangraba y dolía. Y yo siempre lo quería todo de una vez, no quería esperar, quería mucha anestesia para que no me doliera y mi umbral del dolor se hizo cada vez más alto. Pero  la boca no me daría tregua…  Ya tenía todas las muelas empastadas y una comenzó a quejarse más de lo normal. Recuerdo que era un dolor bastante fuerte pero transitorio. No le di importancia y aguanté. Quería una tregua con mi boca.

Al final visité al dentista… Era necesario hacerme una endodoncia. No sabía qué era eso. La primera vez en mi vida que lo oía. Pero me explicaron que una caries se me hizo muy profunda tocando al nervio y que sería necesario matar ese dolor que lo ocasionaba el nervio. Así que dicho y hecho. No tenía motivos para desconfiar. Una hora casi con un plástico en la boca para que no pudiera cerrarla. Un jovencito que hurgaba en mi muela izquierda y ningún tipo de dolor… No sentía nada en mi parte izquierda de la cara. Fue un gustazo. Acabó y para casa con antibióticos y antiinflamatorios. Más de lo mismo… Estaba acostumbrada.

Pasaban las horas… y seguía sin sentir nada. Me tocaba la cara y no notaba nada. Sería la anestesia pensaba… Pasaron 8 horas y seguía sin notar nada y sin poder levantar ni la ceja, ni el labio, ni tan siquiera podía lagrimar por la parte izquierda. En ese momento comprendí que eso no iba bien, que eso no era normal… No lo era porque ya me habían hecho muchas cosas en la boca y sabía perfectamente cómo funcionaba la anestesia y en esta ocasión, no podía mover absolutamente ninguna zona de la parte izquierda de mi cara… No voy a contar todo lo que pasó después pero acudí a urgencias… fue una parálisis facial que me duró algunos días y cuyas pequeñas secuelas han quedado en mi… Y todo porque la anestesia tocó el nervio facial. A día de hoy me cuesta guiñar el ojo izquierdo, cuando sonrío mucho me tiembla la cara de dicha zona izquierda y no tengo total sensibilidad en esa parte del rostro. 

Desde entonces, puedo decir que he cogido pánico a los dentistas, he cogido pánico a la anestesia hasta tal punto que en alguna ocasión tras esto, me han hecho una caries sin anestesia.

Y ahora hace unos días, vuelvo a ir al dentista y me comentan que deben hacerme una endodoncia por una muela fracturada o en su defecto, sacarla y poner un implante… Y me siento angustiada porque no quiero volver a pasar de nuevo por lo que pasé. No quiero sentir de nuevo la sensación de no poder mover ninguna parte de la cara y que no sean capaces de decirme en cuánto tiempo voy a recuperar la movilidad. Tan sólo pasa a un 0.3 % de los casos… Una parálisis facial tras anestesiar. Pero a mí me tocó, ese pequeño porcentaje me tocó. 

Y tengo ahora verdadero pánico de que me vuelva a ocurrir otra vez.... Tengo verdadero miedo de pasar por algo parecido... No debería pero me he vuelto una cobarde ante estos temas tras aquello que me sucedió. Y es que para otros, no tiene importancia pero en aquel momento yo lloraba porque no podía mover nada y sólo me salía lágrima por un lado de la cara. Era incapacitante, era desesperante… Fue horrible… 

Y ahora me planteo, si todo lo que empezó como un procedimiento de estética, ¿valió la pena?