Cada nueva experiencia que vivimos supone un cambio, cada
nuevo momento que experimentamos supone un avance y sobre todo, cada día que
vivimos supone una lección. Muchas veces no somos conscientes de que lo que hoy
somos es producto de todo aquello que hemos pasado tiempo atrás. Todo nos
modifica y sin querer, sin pretenderlo, vamos cambiando… ya sea para bien o
para mal pero vamos cambiando.
Existe un antes y un después en algunos momentos de la vida.
Existen situaciones que se llevan un poco de uno mismo y también nos reportan
lecciones que años después, quizá, uno pueda entender que en ese momento no
tenía valor ninguno pero que con la madurez y el crecimiento, todo cobra
sentido y hace que uno sea lo que uno muestra.
Aún lo recuerdo… mi primera lección. Aún recuerdo que tenía
tan sólo 18 años pero aprendí que los hombres siempre van al sol que más
calienta. Era tan sólo una niña… pero con el paso de los años, me he dado
cuenta de que eso ahí lo aprendí. También entendí que porque la mayoría tenga
la razón eso no quiere decir que sea la verdad absoluta porque, a veces, hay
que escuchar pero escuchar cuesta mucho y sobre todo, cuando no hay intención
alguna de darle sentido a lo que la otra parte es capaz de decir. Recuerdo
también que por aquella época aprendí que existen reglas y que dependiendo de
quién las ejerza uno puede saltárselas o no. Al igual que existen vivencias que
por alguna razón, nos marcan tanto que somos capaces de que sigan marcadas
también en nuestro cuerpo y eso es a través de los tatuajes. Sí, tengo uno y no
fue por casualidad como se piensa. Tiene un significado por el momento en el
que lo hice y también por el lugar dónde está ubicado.
También aprendí por aquella época que el primer amor es un
amor incondicional, inocente… vacío de maldad y que después, los siguientes
amores intentan ser parecidos pero siempre las personas con las que estás ya
sea más o menos tiempo, te van cambiando…
Vas aprendiendo sin apenas darte cuenta… vas evolucionando…
van llegando momentos que superas pero que no olvidas… En torno a los 26 años
mi forma de entender la vida cambió completamente y yo sin darme cuenta… La
humildad, la empatía, la escucha, la resignación… todo aquello aprendí porque
estuve durante un año y medio en un lugar donde las personas pasan sus días
esperando algo que, más tarde o más temprano, a todos nos llegará. Fue un lugar
que me cambió drásticamente unido a una noticia. Un 23 de Diciembre del 2010.
Lo recuerdo a la perfección… Entendí que somos frágiles y que las enfermedades
no sólo les ocurren a los demás… sino que también nos pueden tocar a nosotros.
Que la vida misma es un milagro y que cuando, vemos que se puede perder…
rezamos a aquel que está ahí arriba para que mande fuerza y apoyos porque, a
veces, creemos que nos puede ayudar.
También por aquella época aprendí que no hace falta ir de
mano de un hombre siempre… que las mujeres de por sí, podemos estar solas, pero
que la dependencia emocional que a veces nos generamos hace que suframos. Que
el amor duele y que por eso es amor. Que uno sufre porque quiere a otra
persona. Que cuando sufre es porque algo le ha hecho daño. Y quizá, en ese
momento pensaba que no tenía sentido mi vida no ya sin un hombre, sino sin ese
hombre. Pero avanzas y sigues caminando porque al fin y al cabo, siempre se
encontrará a otra persona , que sin querer, al principio, compararás con la
anterior. Pero a diferencia del primer amor incondicional, estos amores, ya
serán diferentes, porque ya vienen modificados y de segunda mano. Al igual que
ocurre con una misma.
También aprendes que la vida misma es un reto y que es
inevitable, crear un escudo protector, un escudo que sólo pueden traspasar
aquellos que uno quiere. Aprendes a ser fuerte o a aparentar en los momentos
más complicados. En esas situaciones en las que estás completamente hundido y
por eso, cuando algo bueno ocurre siempre quedan las dudas de que pueda ser
duradero y que lo valoras aún más cuando has estado en el barro.
Sin querer los propios comportamientos de las personas con
las que nos encontramos nos hacen sentir seguros o inseguros. Existe un antes y
un después tras una discusión porque todo aquello que se diga en caliente, en
cierta manera, es aquello que de verdad pensamos, quizá de forma un poco
exagerada por la situación, pero siempre hay verdad en esas palabras. Y de la
misma manera que uno dice cosas en caliente, son otros los que también lo hacen
y pueden doler o no doler pero el caso, es que duelen más cuando vienen de las
personas a las que quieres.
De una forma u otra, lo cierto, es que existe un antes y un
después. Existirán momentos que pensemos que no nos marquen pero con el paso
del tiempo, entenderemos que sí lo hizo. Y que cada día, cada instante que
vivimos, nos cambia… que el día anterior no es igual que el de hoy, que todo nos
influye, nos modifica y que es con el tiempo, cuando somos capaces de echar la
vista atrás y decir, es cierto… hubo momentos en mi vida que hicieron que
cambiara sin darme cuenta. Porque siempre hay un antes y un después…