Cuando somos pequeños todos tenemos ciertas ilusiones o
sueños que nos parecen inalcanzables. Somos niños… y como tal actuamos como
niños, pero a medida que avanza el tiempo nuestras expectativas o digamos,
preferencias se van consolidando. Llegamos a la adolescencia y aunque no seamos
seres maduros , sí que es cierto, que podemos saber qué es lo que nos gustaría
tener en la vida o no tener. Y es curioso, como según la educación que hayamos
recibido nuestras creencias acerca de la vida serán de un modo u otro, nuestros
valores serán los que rijan y encaucen, en la mayoría de las veces, nuestros
caminos.
Doy marcha atrás y quizá, para otras personas yo sea
demasiado simple… Mis sueños han sido simples desde que era una niña, incluso
una adolescente. Yo no soñaba con ser modelo ni nada parecido. Recuerdo que de
mayor quería ser periodista… Nada de famosa, ni actriz ni nada de eso… Cuando
fui convirtiéndome en una mujercita, por decirlo de alguna manera tenía algunos
sueños… eran tres; escribir un relato y presentarlo a concurso, tener un
ordenador portátil y un coche, concretamente un Ibiza. Desde fuera pudiera
parecer absurdo… No eran sueños inalcanzables, no lo eran… Quizá otras amigas
querían un apartamento en la playa o un novio estupendo pero yo quería eso… Era
simple… Y recuerdo aquella vez que se estropeó el ordenador de mesa y una
persona muy cercana se ofreció a arreglarlo. Durante el tiempo que no lo tuve
me prestó su portátil Toshiba. Y cuando volví a recogerlo aún recuerdo cómo me
decía… quédate con el portátil, es tuyo, ya tengo otros. En ese momento, miré a
mi padre y me quedé perpleja… era algo así como si tuviera que esperar su
aprobación y sobre todo viniendo de quién venía. Pero antes de eso, le dije que
no… que no estaba bien porque era suyo el portátil. Y aún así siguió
insistiendo. He de decir, que en ese momento… me sentí tremendamente
afortunada. Tenía un portátil y estoy hablando de cuando tenía 18 años…
Tras esto… descubrí un concurso literario al que presentarme…
Eso no requería demasiado esfuerzo puesto que parte de lo que escribí en ese
relato era algo mío… “Esas dos palabras”. Ese era el título… A veces lo vuelvo
a leer y me quedo impresionada de lo que se puede sacar entre líneas o de lo
que puedo recordar de aquella época.
Después vino el momento de sacarme el carné de conducir…
Todos los míos lo tenían y era adolescente, así que yo también lo quería. Aún
recuerdo como estando en clase de alguna asignatura un tanto aburrida me ponía
con los test de la autoescuela para así aprovechar el tiempo… Y con 19 años
tenía mi carné de conducir, que no quería decir que supiera conducir. Son dos cosas muy distintas… Cogía el coche y eso
no era como en la autoescuela… Con el tiempo y pasados unos años alguien se
ofreció a dar a mi padre un coche… un
Ibiza. Y ahí fue donde todos mis sueños de adolescentes se habían cumplido…
Pero comenzaban otros, los de la madurez… Otros que no tenían nada
que ver… Otros que a vista de los demás, siguen siendo igual de simples… Unos
sueños que se resumen también en tres; conseguir un trabajo estable, viajar a Jerusalén
y vivir en Leganés.
Son tres metas que, como digo, podían ser simples pero esta
vez costarían más… Me parecían inalcanzables… En cierto modo, todo estaba
encadenado… EL trabajo estable me daría independencia económica lo que derivaría
en poderme ir a Leganés o viajar… El trabajo estable lo encontré y como digo
siempre, mejor de lo que podía esperarme nunca… Pasado el año y sintiéndome
realmente ya con estabilidad económica, me planteé la opción de realizar otro
sueño y era irme a Leganés… Lo cierto es que nunca me he llegado a ir del
todo de allí.
No es la zona… es la casa… Quizá no se pueda entender pero
existen personas que dan significado a los lugares… a los hogares… Y yo soy una
de esas personas. Desde fuera sólo es un piso pero desde dentro es mucho más
que eso… Desde hace mucho tiempo he querido irme allí y no lo lograba porque no
tenía posibilidades y siempre eran económicas. Ahora veo que puedo… y aunque lo
haga sola y a veces, me sienta sola en todo esto, será de nuevo volver al lugar del que nunca me
hubiera gustado irme.
Además, he de reconocer que al ver el piso vacío, sin
paredes, desnudo… algo se me revolvió por dentro… Muchos recuerdos olvidados
que han vuelto a salir a la luz y creo que no sólo me debió pasar a mi porque
ese piso tiene mucha historia detrás, no sólo yo le doy significado… Es un piso que ha dado
muchas vueltas y que en sus orígenes nadie se habría imaginado que yo, dentro
de poco, podría estar allí viviendo. Primero, porque yo no existía y segundo, porque cuando se compró su fin no fue el que
acabó siendo.
De una forma u otra, volveré a Leganés y deseaba hacerlo… era
algo que deseaba desde hace muchos años… Y es simple… Es Leganés… Es tener un
lugar donde poder vivir sin sentirse ahogada económicamente y un lugar estéticamente
nuevo por dentro pero cargado de significado porque, por fin, podré decir “lo
logré” pero no sólo con el piso… Sino también por sentirme afortunada por tener
un trabajo que me da independencia económica como mujer y que eso ha hecho que
vaya a cumplir un sueño que me parecía simple pero inalcanzable. Y tras esto… y
dentro de un tiempo vendrá ese viaje a Jerusalén y será entonces cuando pueda
decir, de nuevo, que mis sueños simples, se han vuelto a realizar.
Quizá sea porque las
metas son alcanzables o llevaderas pero sí que es cierto, que cuestiones como
el trabajo o la emancipación me parecían algo que yo jamás iba a tocar ni con
la punta de los dedos… Habrá personas que logren sus objetivos más temprano,
otros más tarde… pero considero que lo importante es sentirse satisfecho con el
ritmo de vida que cada uno va llevando.
Jamás hay que compararse con los demás
y hay que tener claro, que cada uno somos de una forma, que cada uno tenemos
unos gustos o intereses y que lo que, de verdad importa, es realizar esos
sueños poquito a poco… Sin prisas y al ritmo que cada uno crea conveniente…
Porque cada uno de nosotros es diferente al resto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario